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martes, 25 de mayo de 2010

HAYA (FAGUS SPP.)

Es un árbol de aspecto majestuoso, de copa algo piramidal y hojas caducas, que se encuentra en las zonas templadas de Europa, Asia y Norteamérica. Su corteza, de característico color grisáceo, con bandas blanquecinas horizontales, es fina y lisa, aun en los árboles de mayor tamaño. Las hojas tienen el pecíolo corto, son puntiagudas, ovales, y miden de 7 a 15 centímetros de longitud; poseen nervaduras muy pronunciadas y en los bordes tienen unos dientes muy espaciados. Durante el invierno crecen en las ramillas unas yemas escamosas de 3 centímetros de longitud aproximadamente, insertas en los tallos, formando ángulos muy agudos.
El fruto está rodeado por una cúpula de brácteas, que, al madurar, se abren en cuatro valvas, descubriendo el verdadero fruto o “hayuco”, el cual sirve de alimento a muchos animales. De él se extrae también aceite, que puede usarse para la alimentación humana.
La madera del haya es dura, pesada y de color rojizo. Se emplea en la fabricación de muebles, revestimientos, utensilios domésticos y toneles. En los jardines se planta el árbol con fines decorativos.
El haya posee un sistema radical extenso, pero superficial, por lo cual no es capaz de resistir sequías prolongadas. Es un árbol especialmente adaptado a climas oceánicos, frescos y con humedad constante. En nuestras regiones, los bosques de hayas son ya escasos, pues han sido diezmados por el hombre, pero se localizan aún en la parte superior del montano, en las laderas montañosas (1.000-1.800 m. de altitud). En estos lugares, la condensación del vapor de agua atmosférico forma abundantes nieblas que proporcionan un ambiente favorable a estos árboles.

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